Al hada la encontré fácil
(es bastante llamativa)
Pero esconderla fue el reto
más difícil de mi vida.
A la casa de muñecas
ni siquiera quiso entrar
aunque en medio de la sala
metí un frondoso bonsái.
En el balcón, ni pensarlo
¡Qué doloroso destino
si la agarra distraída
el gato de mi vecino!
Adentro del costurero
al fin, le encontré un hogar:
le encanta coser y duerme
metidita en un dedal.








