Reina tras bambalinas

Jacinta la vio llegar secundada por quinientas carrozas. El sirviente abrió la portezuela del coche. Y el pequeño pie de Isabella asomó vestido en seda de Pekín. Un destello salió de la hebilla de zafiros y las dos suspiraron a un tiempo: una por lo incómodo de aquel zapato, la otra porque nunca había visto de cerca una piedra así. Sigue leyendo