Amigas

Si Emma tira la pelota
Croqueta corre a buscarla
Mientras juegan, y a su modo
también parece que charlan.

Si Emma come una manzana
Croqueta espera su turno:
Un trocito cada una
y se acaba en un segundo.

Si Emma está muy asustada
Croqueta se sienta al lado
la busca con el hocico
y el susto queda olvidado.

Si Emma se siente triste
Croqueta lame su cara
de golpe viene la risa
¡y aquí no ha pasado nada!

Si a Emma le agarra sueño
Croqueta se echa también
se duermen tan enredadas
que no se ve quién es quién.

Si Emma la tiene cerca
algo brilla alrededor:
Croqueta llegó a su vida
y el mundo es mucho mejor.

¡Qué lindo! ¿Cómo se llama?

ACTO 1
Personajes:
SANTI, un niño de 10 años.
MILI, su hermana de 8.
MAMÁ

(Una cocina-comedor, MILI Y SANTI llegan de la escuela: entran por la izquierda)

MILI: ¡Le voy a decir a mamá!

SANTI: ¡No le vas a decir, porque te interesa tanto como a mí!

MILI: Ni loca nos va a dejar quedárnoslo…

SANTI: Por eso… ¡No hay que decirle nada!

MILI: ¿Y el lunes qué? ¿Lo llevamos al cole?

SANTI: (duda) Capaz…

MILI: (Sacando el cachorro la mochila) A ver, damelo. Se va a asfixiar ahí adentro, el pobre (lo deja en el piso). Dale algo de comer.

(Santi abre una caja de cereales, los tira al piso y el cachorro come)

MILI: ¡Claro, así mamá no se va a enterar nunca! ¡Re normal tirar la comida al piso! ¡Sos un salame!

SANTI: Bueno, che. No tuve tiempo de comprarle un comedero.   

(Mili abre la alacena y saca un platito, descarga en él la caja de cereales; se lo acerca al perro)

MILI: Así… Muy bien, Colita.

SANTI: ¿Qué Colita? ¡Se llama Dibu Martínez!

MILI: ¡Cualquiera! ¿Cómo le vas a poner apellido?

SANTI: Bueno, decile Dibu, y listo.

(Se escucha un ruido de llaves, MILI y SANTI se miran con pánico. MILI mete el perro otra vez en la mochila).

MAMÁ: (abre la puerta, por la izquierda) Hola, ¡Llegueeé!

MILI Y SANTI: (a dúo, poniendo cara de santos) ¡Holaaaaa!

(MAMÁ pisa los cereales)

MAMÁ: ¿Y esto?

MILI: ¡Fue Santi! Ya lo conocés, mamá. ¡Es un torpe!

SANTI (sonríe falsamente): ¡Siiií, soy tan torpe yo!

MAMÁ: (a SANTI) Andá a buscar una escoba. Si no, vamos a arrastrar cereales por toda la casa.  

(SANTI obedece y comienza a barrer. Mira con enojo a su hermana)

MILI: Barré ahí también, Santiago. ¡Mirá el desastre que hiciste!

MAMÁ: Me voy a dar un baño, mientras. (sale de escena, por la derecha)

SANTI: (suelta la escoba) ¡Te voy a matar!

MILI: Deberías agradecerme. Te quedaste duro cuando pisó los cereales. Si no fuera por mí, ya habría descubierto a Colita.

SANTI: ¡Dibu!

MILI: ¡Vos llamalo como quieras! (saca otra vez al perro de la mochila) Vení, Colita, que te libero.

(El perro sale corriendo y desaparece detrás de un sillón)

SANTI: A ver, pongamos reglas. El perro lo encontré yo. El nombre lo pongo yo.

MILI: ¡Entonces le cuento a mamá! (grita) ¡Mamaaaaaaaaá!

SANTI (se desespera, le tapa la boca): ¡Está bien, está bien, callate! Después vemos cómo lo llamamos. ¿Dónde está?

MILI: ¿Quién?

SANTI: El perro ¿quién va a ser?

MILI: Ah… (levanta los hombros) ¡Yo que sé, por allá!

(Encima del sillón empiezan a volar plumas)

SANTI: (en voz baja) Dibu, ¿qué hiciste?

MILI: (con autoridad) ¡Colita!

(SANTI intenta meter las plumas en el almohadón del sillón, pero no puede. Son demasiadas. El perro desaparece por la izquierda)

SANTI (buscándolo): ¿Y ahora adónde fue?

MILI: ¡Al baño!

(Los dos se miran, preocupados)

Mamá: (desde el baño, fuera de escena) ¡Chicooooooos, qué hacen?

(El perro vuelve a aparecer en escena, lleva en la boca la punta de un papel higiénico, que se despliega mientras él avanza. Los chicos intentan agarrarlo y el perro no se deja: el papel higiénico va formando un camino cada vez más largo). 

SANTI: (salta por encima del sillón y lo agarra) ¡Te tengo!

(Se escuchan pasos, SANTI se pone contra la pared y esconde el perro en su espalda)

MAMÁ: (enojada, con una toalla en el pelo) ¿Se puede saber a qué están jugando?

MILI: ¡Fue Santiago! ¡Yo le dije que te ibas a enojar, pero él seguía diciendo que era divertido!

MAMÁ: (mira a Santiago, enojada) ¿No tenés nada para decir, vos?

SANTI: Eeeh… (intenta una sonrisa) ¡Soy tan chistoso, yo!

MAMÁ: ¡Bueno, chistoso! Vas a tener que ordenar todo esto.

MILI: (señalando el sillón) ¡Y mirá lo que le hizo al almohadón, lo desplumó!

MAMÁ: Santiago, la verdad, ¡te desconozco! Y encima parado ahí, como una estatua. ¡Vamos, a ordenar! Y el papel higiénico lo volvés a enrollar, que los tiempos no están para tirar nada.

(La madre vuelve a desaparecer por la derecha)

SANTI: ¡Sos una buchona, nena!

MILI: ¿Qué buchona? ¡A Colita no lo delaté! (Le saca el perro, le empieza dar besitos)

SANTI: ¿No me pensás ayudar?

MILI: (ignorando a su hermano) ¿Tenés sed, Colita?

(MILI suelta al perro, que empieza a olisquear. Ella llena un platito con agua)

SANTI: Che, está oliendo demasiado… (lo levanta, pero el perro ya comenzó a hacer pis. Queda un charco enorme en medio de la cocina)

MAMÁ: (acercándose por la derecha) ¿Qué quieren cenar?

(SANTI vuelve a meter al perro en la mochila, mira el charco de pis y a su hermana, que le tira el plato de agua sobre el pantalón justo antes de que MAMÁ entre a escena)

MAMÁ: (mirando el charco de pis) ¿Y esto?

MILI: ¡Es un chancho, mamá! (señalando a Santi, que está rojo de vergüenza y tiene los pantalones mojados) ¡Yo le dije que fuera al baño!

(APAGÓN)

***

Acto 2
Personajes:
MAMÁ
SANTI
MILI
VECINO

(Mañana siguiente. Un patio. MAMÁ, SANTI y MILI conversan en pijama mientras desayunan en una mesa de jardín, el cachorro deambula alrededor)

MAMÁ: Estoy muy decepcionada, no puedo creer que me hayan mentido así. El perro se quedó en casa solo porque era viernes y teníamos el fin de semana para pensar qué hacer.

SANTI: ¿Qué hay que pensar, mamá? ¡Dibu se porta rebien!

(el cachorro arrastra una maceta con los dientes y la tira al piso, haciéndola pedazos)

MAMÁ: ¡Sí, mirá lo bien que se porta! ¡Lo voy a matar, con lo que me costó que prendiera ese jazmín!

(SANTI desaparece por la izquierda y vuelve con escoba y palita)

MILI: ¿Es un mal momento para decir que se llama Colita?

MAMÁ: No se llama de ninguna manera porque no es nuestro. Ya bastante tengo con los loros, que me comen la Santa Rita. ¡Este perro se va!

MILI: (lo levanta, se lo muestra) ¡Miralo, si es más tierno! ¡Tiene cara de Colita!

SANTI: (enojado) ¡Tiene cara de Dibu Martínez!

(El cachorro comienza a hacer pis, moja al piso y a MILI, que lo suelta y desparece por la izquierda. Vuelve ya cambiada, con un trapo y un balde)

VECINO: (asomado por la medianera, con unas tijeras de podar empareja una enredadera) ¡Buenos diiiías, familia!

MAMÁ, SANTI y MILI: ¡Buenos días!

VECINO: ¡Pero qué cachorro más monono! ¿Cómo se llama?

SANTI: ¡Dibu Martínez!

MILI: ¡Colita!

MAMÁ: ¡No tiene nombre porque se va!

VECINO: Uy, qué nombre más largo (pronuncia todas las palabras juntas sin respirar) Dibu-Martinez-Colita-No-Tiene-Nombre-Porque-Se-Va.

(El cachorro ladra)

VECINO: Sí, amigo, te entiendo. Les va a salir caro mandar a grabar una medallita con tu nombre. ¡Si llegan a cobrar por letra grabada, están al horno!

(Los chicos no le prestan atención, SANTI está terminando de juntar los pedazos de maceta y MILI pasa el trapo)

VECINO: Qué maravilla los perritos ¿no? ¿Quién diría que sus hijos estarían tan hacendosos?

(MAMÁ los mira y asiente con una sonrisa, bebe un sorbo de café. El cachorro le lame los tobillos y ella se ríe por las cosquillas)

MAMÁ: (al perro, tratando de ponerse seria) Salí de acá, que me mojás las pantuflas. (Al vecino) Dígame, que usted sabe de jardinería. ¿Qué se puede hacer con los loros? ¡Mire como me dejan la Santa Rita! ¡No hay forma de espantarlos!

(Se siente el parloteo de los loros que se acercan, en bandada)

VECINO: ¡Hablando de Roma! ¡Ahí vienen! Imposible evitarlos, qué quiere que le diga.

(Los loros amagan con estacionarse sobre la Santa Rita pero el cachorro se pone en guardia, les ladra con enojo hasta que por fin se van)

VECINO: ¡Mire usted, Dibu-Martinez-Colita-No-Tiene-nombre-porque-se-va! Más efectivo que un cuervo para espantar los loros. ¡y usted que me preguntaba!

(Mamá vuelve a tomar un sorbo de café, pensativa. Se ríe otra vez, porque el perro vuelve a lamerle los tobillos)

MAMÁ: (intentando ponerse seria, al perro) Salí de acá. ¡Chus, chus! (le arroja una ramita)

(El cachorro corre a buscarla y la trae otra vez a sus pies)

SANTI: ¡Mamá, le enseñaste a jugar! ¡Muy bien, Dibu! (lo acaricia)

MILI: ¡Ahora yo! (toma la ramita y se la arroja) ¡Andá a buscarla, Colita!

(El cachorro obedece, mueve la cola. SANTI, MILI, MAMÁ y VECINO aplauden y vitorean)

MAMÁ: (al perro) ¡Sos inteligente, eh!

VECINO: (sin dejar de podar) Y otra no le queda, ya solo para aprenderse el nombre ese que tiene, hay que ser un perro de la NASA.

MAMÁ: (preocupada, al vecino) Tenga cuidado con esa rama, justo la nena está jugando abajo…

VECINO: ¡Pero tranquila, señora! ¿No me creerá tan irresponsable? (hace un mal movimiento y suelta la tijera, la ataja en el aire pero trastabilla, se siente el sonido de una rama quebrada)

MAMÁ: (asustada) ¡Mili, cuidadooooo!

(El cachorro pega un salto y en el aire agarra la rama, que no llega a tocar a MILI)

SANTI: ¡Grande, Dibu!

MILI: ¡Colita, me salvaste!

VECINO (con alivio): ¡Ese perro es un titán!

MAMÁ (toma el perro en brazos, y él le lame la cara): Mmm, sí… ¡Tiene cara de Titán! ¿Qué les parece, chicos, si lo llamamos Titán?

(SANTI y MILI saltan sobre su MAMÁ y la abrazan. Titán ladra, moviendo la cola).

VECINO: No digo que esté mal, eh. Por lo menos, le va a salir más barato grabarlo en la cadenita. Pero el otro nombre, señora ¿qué quiere que le diga? ¡Era más original!   

(APAGÓN)

Noticias

piano

—Hay que contarle a Doña Conce —dijo Martina.

Y yo le di la razón, claro. Porque Doña Conce es una experta en difundir noticias.  Si necesitás que todo el edificio (incluso, toda la cuadra) se entere de algo, ni siquiera lo dudes: tenés que contárselo a ella. Vas a ver que en menos de diez minutos ya está enterado medio barrio.

Pero las cosas no salieron exactamente como pensábamos. Porque justo ese día doña Conce estaba demasiado emocionada por otra noticia que era mucho más emocionante que la nuestra: ¡había un fantasma en el segundo B!

Bueno, al menos eso es lo que pensaba Doña Conce. Porque el piano del señor José (que vive en el segundo B) había empezado a sonar misteriosamente ¡sin que nadie lo tocara!

Yo conozco bien al señor José. Y también conozco su pianola, así que por supuesto me reí del fantasma:

—¡Pero, Doña Conce! —le dije, haciéndome el agrandado— ¿No sabe que las pianolas tocan solas?

Ah, sí. Porque las pianolas parecen un piano así nomás, tan común y corriente, pero nada que ver.  Tienen una partitura llena de agujeritos que se mueve por dentro y hace sonar las notas. Y el efecto es genial, porque mientras suena la música las teclas se van hundiendo como si unos dedos invisibles estuvieran tocándolas.

Lástima que en medio de mi explicación apareció José. Y tiró por la borda mi teoría:

— Tengo dos objeciones para hacerte, muchachito. La primera: ¿cómo explicás que la pianola siga sonando sin esto? —lo dijo mientras me mostraba la partitura llena de agujeritos—. Y la más contundente: una pianola no puede sonar tan mal.

¡Y tenía razón! Porque mientras lo decía, una música estridente (bueno: lo que se dice “música” no era) llenó el pasillo. Obvio que venía del segundo B.

Corrimos hacia la pianola. Se movió una tecla, y después otra. Y varias a la vez, y de golpe ninguna. Creo que todos pensamos lo mismo de aquel fantasma: podría haber tenido en vida cualquier profesión, pero segurísimo pianista no había sido.

—¿Será que está metido adentro del piano —dijo José como al pasar— , caminando entre los resortes y los tubos que ponen a funcionar todo esto? Aunque en ese caso sería un fantasma diminuto ¿no?

Martina y yo nos miramos. Y gritamos a la vez:

—¡Pipo!

Y así fue como encontramos al hámster sin que doña Conce ayudara. O sí, pero de otra forma. Porque si no nos hubiera contado del fantasma…

Como sea, Pipo ya está en su rueda. Y doña Conce, ¡hablando con todo el mundo! —Porque no sabés lo que pasó esta tarde… —se lo dijo al portero, a la del tercero, a mi mamá y al verdulero de enfrente. Y estoy seguro de que mañana llega la noticia a mi escuela.