Y mirá que a Rydhans la quiero, claro que la quiero. Después de todo, es la perra de mis abuelos y ya estaba en este mundo cuando yo nací. Además es linda: tan larga y petisa, con sus patas cortas. Y negra pero negra, así, brillante. Como si la acabaran de lustrar.
—¿De que país provienen los perros salchicha? —leyó mi prima, que estaba jugando al Preguntados en el celular.
Yo la miré a Rydhans, por supuesto. Y contesté, muy seguro:
—Argentina.
Por la música me di cuenta de que la respuesta estaba mal. Pero no tomé consciencia de la gravedad del caso hasta que mi prima me mostró la pantalla. A ver: no me desilusioné por haber perdido, sino porque tuve que enfrentar la dolorosa verdad.
Que Rydhans es una perra especial, lo sabe todo el mundo. Primero, tiene 19 años. Segundo, se salvó del envenenador serial que mató a todos los perros de su cuadra. Además la operaron como once veces (por un tumor de mamas y no sé qué cosa en la espina dorsal) y siempre, pero siempre, sobrevivió. En fin: o es un gato disfrazado (por sus siete vidas, digo), o hay algo más. Y claro: supe que había algo más en el Mundial 2010, cuando jugamos contra Grecia.
Agüero tiró al arco, Milito pateó al centro, remató el Kun y Rydhans estornudó una, dos y tres veces. Tzorbas la sacó siempre. Así que cuando apareció Messi (¡Vamos, pulga, ya era hora!) no me sorprendió que se perdiera el gol: una milésima de segundo antes, Rydhans también había estornudado. Sigue leyendo
