¡Qué belleza, qué flor, qué luz, qué fuego!
Su andar se ajusta al ritmo de la lira,
Hay en su voz la suavidad de un ruego.
(Carlos Guido Spano
Felicitas es uno de esos fantasmas que no asustan tanto. Porque viste que hay fantasmas y fantasmas. Los que no te dejan dormir y los que apenas te hacen sentir una cosquilla adentro, como si te hubieras subido a una montaña rusa: una vez que bajás (que ya contaste la historia, digo) todo el susto que tenías se convierte en risa ¿nunca te pasó?
Tal vez es porque la historia me la contó mi abuela. Y viste cómo son las abuelas: lo último que quieren en el mundo es asustarte. A mí Felicitas, en realidad, me da pena. Primero por el nombre injusto que le dieron, porque mi abuela me contó que felicitas en latín significa afortunada. Y la pobre, de afortunada no tuvo ni un poquito. Y segundo porque su fantasma, dicen, se la pasa llorando. Y un fantasma llorando ¿a quién puede asustar?
Lo primero que tenés que saber es que Felicitas es un fantasma de verdad. Por lo menos, antes de ser fantasma, fue una persona de verdad. Y si no me creés, buscala en internet. Vas a encontrar un montón de fotos de ella. Bueno, vivió hace tanto tiempo que no sé si son fotos o retratos o qué. Pero que vas a encontrarla, vas a encontrarla seguro. Sigue leyendo
