Una fiesta para Pancho

Personajes:

ZOE (12 años)
BRUNO (9 años)
DOÑA HERMINIA
MAMÁ

(Una cocina comedor. BRUNO mete una torta en el horno eléctrico. ZOE cuelga unas guirnaldas alrededor de una pecera; adentro nada un pequeño pez).

ZOE: —¿Estás seguro de que mamá te dio permiso para esto, Bruno?

BRUNO: —¡Uy, sí! ¿Cuántas veces te lo tengo que decir! Pancho es la única mascota que tenemos, y el pobre vive aburrido. ¡Se merece un festejo de cumpleaños!

ZOE: —Sí, un festejo sí… ¡Pero esto ya es una mega fiesta! Invitaste a medio edificio. ¡Hasta doña Herminia viene! ¡No sé cómo se te ocurrió, con lo pesada que es!

BRUNO: —¿Cómo no le voy a decir, si tiene un gato? El pobre gato no tiene la culpa de la dueña que tiene.

ZOE: —Además, eso: no creo que el gato se lleve bien con Pancho, Bruno.

BRUNO: —Pancho se lleva bien con todo el mundo.

ZOE: —¡Porque está dentro de una pecera!  Tendrías que haber invitado solamente peces.

BRUNO: —No conozco a nadie que tenga un pez, salvo nosotros. ¿Y qué querías, una fiesta sin invitados?

ZOE: —Yo creo que mamá nunca se imaginó esto.

BRUNO: —No sé qué se imaginó. Pero yo se lo dije clarito: “Le quiero festejar el cumple a Pancho” y ella me dijo que estaba bien.  

ZOE: —¿Pero le dijiste que ibas a a invitar a tanta gente? ¿Contaste al menos cuántos van a ser?

BRUNO: —¡Pancho se lo merece! Mamá siempre dice que es buenísimo.

ZOE: —Lo dice en chiste, Bruno. ¡Porque es un pez! ¡Y un pez no puede hacer otra cosa que ser bueno! ¿Qué querés que haga adentro de una pecera?

(Suena el timbre. BRUNO abre la puerta y entra DOÑA HERMINIA con su gato).

DOÑA HERMINIA: —Vinimos un poquito antes. Qué amorosos, chicos, hacerle una fiesta al pececito. ¿Va a venir mucha gente?

BRUNO: —Bastante… El chico del tercero con los tres perros, el señor Gonzalez del cuarto, con la tortuga. Ah, el de planta baja con un canario y un loro.

DOÑA HERMINIA: —¡Casi un zoológico! Una santa, tu mamá. ¿Ella no está?

BRUNO (mirando el reloj que está colgado en la pared): —Debe estar por llegar.

(suena el timer del horno y los tres se distraen con eso. El gato salta a la mesa, olisquea la pecera, da un zarpazo y la pecera se vuelca. Pancho cae al piso y salta en un charco de agua. ZOE reacciona rápido y lo mete en un vaso).

DOÑA HERMINIA (corriendo atrás del gato que pegó un salto a la mesada, en donde ZOE apoyó el vaso): —¡Bombón, portate bien!

(El gato va tirando cosas a su paso. Caen repasadores, un libro, papeles. Se siente el sonido de unas llaves. Entra MAMÁ).

MAMÁ (con cara de horror, mirando el piso mojado lleno de cosas, y al gato de Doña Herminia descontrolado, que ya está arriba de la heladera): —¿Y estoooooo?

BRUNO: —Eeeeh… ¡El cumple de Pancho, arrancó un poquito antes!

(BRUNO agarra el vaso y el gato lo persigue, corren en círculos).

MAMÁ (enojada): —¡Bruno!

BRUNO (sin dejar de correr): —Dame un minuto, mamá.

ZOE (logrando capturar al gato): —¡Te tengo, pequeño demonio!

(DOÑA HERMINIA le quita el gato).

DOÑA HERMINIA (ofendida, dando un portazo): —¡Se llama Bombón! ¡Y nos vamos!

ZOE (fuerte, para que doña Herminia escuche desde el ascensor): —¡Muy dulce que digamos no es ese bombón suyo!

MAMÁ (mientras pasa el secador por el piso de la cocina): —¿Me van a explicar qué fue todo esto, chicos?

BRUNO: —¡El mejor regalo para Pancho, ma! ¡Por fin tuvo una aventura!

MAMÁ (que sigue limpiando el desastre): —¡Yo diría que por fin la aventura terminó!

(Se siente barullo en el pasillo. Suena el timbre. Zoe abre la puerta. Entran, en fila, los vecinos con sus animales, MAMÁ está paralizada por la sorpresa. BRUNO les convida algo para comer).

ZOE (mientras cierra la puerta, a MAMÁ): —No, mami. Como verás, ¡la aventura recién empieza!

APAGÓN

¡No tengo sueño!

Personajes:

MAMÁ
OLIVIA (6 años)
DELFINA (13 años)

(Una cocina-comedor. MAMÁ está decorando la torta. La mesa está puesta para el desayuno y hay decoraciones de cumpleaños. Entran OLIVIA Y DELFINA)

MAMÁ (levanta la vista al sentir los pasos): ¡Buenos días, preciosas mías! ¡Y especialmente a la cumpleañera! ¡Que los cumplas feliiiiiiz!

OLIVIA (corre a abrazarla): ¡Gracias, mami! ¡Vos sí que sos buena!

DELFINA: —¿Y yo no, que te soporté toda la noche?

OLIVIA: —¡Me retaste toda la noche!

DELFINA: —¡No paraste de hablar, nena! ¡Y yo quería dormir!

OLIVIA: —Solo te pregunté la hora.

DELFINA: —Sí, ¡a las dos de la mañana! ¡Y a las dos y diez, y a la dos y cuarto…!

OLIVIA: —¡Y bueno, quería saber cuánto faltaba para mi cumple!  

DELFINA: —¿Y cuando empezaste a cantar, qué?

OLIVIA: —¡Para que se pasara el tiempo más rápido!

DELFINA: —¡Y también me zamarreaste!

OLIVIA: —¡Porque no me contestabas!

DELFINA: —¡Y prendiste la luz!

OLIVIA: —Porque quería jugar al veo veo y estaba todo oscuro, ¿qué querías, que todo el tiempo diga “negro, negro, negro”?

DELFINA: —¡Quería que te callaras!

OLIVIA: —¡Callada no se puede jugar! Decile, mami, decile.

MAMÁ: —Me parece, Oli, que Delfi tiene razón: tendrías que haber dormido a la noche. ¡Hoy vas a estar cansada, justo el día de tu cumple!

OLIVIA: —¡No tengo sueño! ¡Quiero soplar las velitas!

MAMÁ: —Las velitas las soplás cuando vengan todos.

OLIVIA: —¿Y cuándo vienen todos?

MAMÁ: —La fiesta empieza al mediodía. Así que ahora, desayuná.

OLIVIA: —¿Y la piñata, puedo pinchar la piñata?

DELFINA: —No, ¡tenés que esperar a los invitados! ¡Eso es lo divertido!

OLIVIA: —Bueno, quiero abrir el regalo entonces. 

MAMÁ: —Lo va a traer el abuelo Marcos, en un rato.

OLIVIA: —¿Por qué en un rato? ¡Si mi cumpleaños es ahora!

DELFINA: —¡Y en un rato también va a ser tu cumpleaños, Oli! ¡Tenés que tener paciencia!  

OLIVIA: —¿Qué es tener paciencia?

DELFINA y MAMÁ (a dúo): —¡Lo que no tenés!

(Las dos ríen por la coincidencia).

OLIVIA: —¡Ufa, al final es re aburrido mi cumpleaños! (agarra el control remoto) ¿Puedo ver la tele?

MAMÁ: —¿Te parece, tan temprano?

OLIVIA: —¡Entonces juguemos a algo! ¡Es mi cumple, porfa! ¡Juguemos al tuti fruti!

MAMÁ (sigue decorando la torta): —Jueguen ustedes y yo las ayudo desde acá. ¡Pero sigan desayunando!

DELFINA (busca papeles y lápices): —Bueno, dale. ¿Qué categorías ponemos?

OLIVIA: —Elijo yo porque es mi cumple. Ponemos: animales, cosas, colores, películas y Personas que cumplen años hoy.

DELFINA: —¡Dale, Oli! Esa categoría sirve solo con la O, y encima vamos a poner lo mismo.

OLIVIA: —Y también elijo con qué letra empezamos ahora. Obvio que la O…¡Ya!

DELFINA (comienza a escribir inmediatamente después que su hermana): —¡Uh, que tramposa!

(Silencio. Cada una está concentrada en su actividad: MAMÁ en la torta y DELFINA y OLIVIA en el tutu fruti). 

DELFINA: —¡Basta para mí, basta para todos!

(Silencio. OLIVIA  está con la cabeza baja y el lápiz sobre el papel, pero inmóvil).

DELFINA: —¿Oli…?

(DELFINA le saca el lápiz y el brazo de OLIVIA cae, la cabeza se va hacia un lado: está completamente dormida).

DELFINA (a su mamá): —Bueno… ¡Parece que al final le dio sueño a la cumpleañera!

(MAMÁ y DELFINA sonríen con ternura).

APAGÓN

La excavación

Comenzó la construcción
alguna tarde de enero,
pegaba fuerte el calor
en Santiago del Estero…

Tatú Carreta escarbaba
con afán su madriguera
pues no quería que nadie
de afuera, se le metiera.

Comenzó con una curva
bajó luego en espiral,
avanzó unos metros, recto
subió por la diagonal.

Hizo un túnel imposible
de tantas vueltas que daba,
se cruzaban los pasillos
que subían y bajaban.

Cuando se quiso acordar
el pobre andaba perdido
y aunque metió marcha atrás
no se acordaba el camino.

Buscó la entrada por meses
pero nunca la encontró
así que un día, cansado,
salió por donde salió.

Era agosto y hacía frío,
pasada la medianoche,
Muy lejos llegó Tatú:
¡Apareció en Bariloche!

Amanece en la selva

El puma estira sus patas
con calma, se despereza
y tras dos tímidos pasos
por fin la carrera empieza.

Las alas del guacamayo
como si fueran crayones
van dibujando en el cielo
su vuelo de tres colores.

Hay una línea en la tierra,
un paso que se adivina:
Es la temible anaconda
que abandonó su guarida.

De rama en rama va el mono
con la cola se sujeta.
Su salto es muy divertido,
avanza dando piruetas.

Lo mira sin detenerse
un coatí muy curioso
que va trepando deprisa
a un ritmo vertiginoso.

El yacaré muy despacio
se va arrastrando a la orilla
su movimiento es tan lento
que al río le hace cosquillas.

Toma distancia asustado
pobrecito, el surubí
que moviendo sus aletas
muy pronto sale de ahí.

Y así entre pelos y plumas
con colas, patas y aletas
ya con el sol en lo alto,
la selva entera despierta.

Mucho viaje

Personajes:
Caracol
Caracolito

ACTO ÚNICO

CARACOLITO: ¿Falta mucho para llegar?

CARACOL: ¡Pero si recién salimos, hijo! Apenas está amaneciendo. ¡Mirá el cielo!

CARACOLITO: ¿Toda la planta tenemos que trepar? ¿Hasta arriba?

CARACOL: No es una planta, es un árbol. Se llama fresno, ya te lo dije.

 CARACOLITO: ¡Estoy cansado! ¿Paramos un ratito? 

CARACOL: ¡Vamos, te va a hacer bien un poco de ejercicio! ¡Yo a tu edad…!

CARACOLITO: Sí, sí, ya lo sé: eras el caracol más atlético del planeta.

CARACOL: Tenía tres días de vida y escalé un kiwi.

CARACOLITO: ¿Un kiwi? Qué rico, me dio hambre.

CARACOL: ¡No seas glotón! Ni siquiera es mediodía.  

CARACOLITO: ¡Si el sol está re alto!

CARACOL: Sé paciente: va a subir todavía más.   

CARACOLITO: ¿Y ahora cuánto falta? ¿Ya llegamos?

CARACOL: Mirá el cielo ¿qué color tiene?

CARACOLITO: Azul.

CARACOL: Bueno, cuando empiece a oscurecer va a faltar poquito.

CARACOLITO: ¡Uy, ya oscureció! ¡Qué suerte, falta poquito!

CARACOL: Pero no, hijo… Es un picaflor que nos está haciendo sombra.

CARACOLITO: ¿No podemos parar un rato?

CARACOL: No, porque nos atrasaríamos.

CARACOLITO ¿Y cuál es el problema si nos atrasamos?

CARACOL: ¿Yo qué te prometí?  

CARACOLITO: Que íbamos a ver las estrellas.

CARACOL: Bueno, para eso tenemos que llegar a tiempo.

CARACOLITO: ¿Llegar a dónde?

CARACOL: A la rama más alta.

CARACOLITO: ¿Y cuándo llegamos a esa otra rama que está más cerca?

CARACOL: Un poco antes del anochecer. Tal vez para el crepúsculo estamos.  

CARACOLITO: ¿Qué es el crepúsculo?

CARACOL: Un momento del día… Cuando el cielo se pone medio naranja.  

CARACOLITO: ¡Yo me comería una naranja ahora!

CARACOL: ¿Qué es lo que no te comerías vos? 

CARACOLITO: No me comería un grano de sal… Ya me explicaste que es peligroso.

CARACOL: Bueno, al menos me escuchás de vez en cuando.

CARACOLITO: ¡Yo te escucho todo el tiempo!¡Si no parás de hablar!

CARACOL: Porque vos no parás de preguntar.

CARACOLITO: ¿Cuánto falta?

CARACOL: Tu madre tenía razón… ¡Mejor bajemos, es demasiado viaje para vos!

CARACOLITO: ¿Y entonces no vamos a ver las estrellas?

CARACOL: ¡Claro que vamos a verlas! Pero de más lejos, desde la maceta.

Había una y otra vez

Había una vez un retoño
apenas una ramita,
que fue creciendo despacio
y con paciencia infinita.

El tronco se hizo muy grueso,
fueron subiendo las ramas,
las nubes se convirtieron
en vecinitas cercanas.

Un día brotaron flores
amarillas, perfumadas
que endulzaron todo el barrio
con su fragancia dorada.

Y empezó a haber visitantes:
un colibrí, un cardenal,
abejas que se llevaban
el néctar a su panal.

Los niños se entretenían
intentándolo escalar:
subían y se caían
y volvían a empezar.

Bajo su sombra hubo tanto,
que no se puede contar:
besos secretos, promesas,
recuerdos que quedarán.

Un día así, de improviso,
alguna flor se soltó
las semillitas volaron
donde el viento las llevó.

Y colorín colorado,
el cuento vuelve a empezar:
Ya se adivina un retoño
que pronto va a germinar.

¡Qué lindo! ¿Cómo se llama?

ACTO 1
Personajes:
SANTI, un niño de 10 años.
MILI, su hermana de 8.
MAMÁ

(Una cocina-comedor, MILI Y SANTI llegan de la escuela: entran por la izquierda)

MILI: ¡Le voy a decir a mamá!

SANTI: ¡No le vas a decir, porque te interesa tanto como a mí!

MILI: Ni loca nos va a dejar quedárnoslo…

SANTI: Por eso… ¡No hay que decirle nada!

MILI: ¿Y el lunes qué? ¿Lo llevamos al cole?

SANTI: (duda) Capaz…

MILI: (Sacando el cachorro la mochila) A ver, damelo. Se va a asfixiar ahí adentro, el pobre (lo deja en el piso). Dale algo de comer.

(Santi abre una caja de cereales, los tira al piso y el cachorro come)

MILI: ¡Claro, así mamá no se va a enterar nunca! ¡Re normal tirar la comida al piso! ¡Sos un salame!

SANTI: Bueno, che. No tuve tiempo de comprarle un comedero.   

(Mili abre la alacena y saca un platito, descarga en él la caja de cereales; se lo acerca al perro)

MILI: Así… Muy bien, Colita.

SANTI: ¿Qué Colita? ¡Se llama Dibu Martínez!

MILI: ¡Cualquiera! ¿Cómo le vas a poner apellido?

SANTI: Bueno, decile Dibu, y listo.

(Se escucha un ruido de llaves, MILI y SANTI se miran con pánico. MILI mete el perro otra vez en la mochila).

MAMÁ: (abre la puerta, por la izquierda) Hola, ¡Llegueeé!

MILI Y SANTI: (a dúo, poniendo cara de santos) ¡Holaaaaa!

(MAMÁ pisa los cereales)

MAMÁ: ¿Y esto?

MILI: ¡Fue Santi! Ya lo conocés, mamá. ¡Es un torpe!

SANTI (sonríe falsamente): ¡Siiií, soy tan torpe yo!

MAMÁ: (a SANTI) Andá a buscar una escoba. Si no, vamos a arrastrar cereales por toda la casa.  

(SANTI obedece y comienza a barrer. Mira con enojo a su hermana)

MILI: Barré ahí también, Santiago. ¡Mirá el desastre que hiciste!

MAMÁ: Me voy a dar un baño, mientras. (sale de escena, por la derecha)

SANTI: (suelta la escoba) ¡Te voy a matar!

MILI: Deberías agradecerme. Te quedaste duro cuando pisó los cereales. Si no fuera por mí, ya habría descubierto a Colita.

SANTI: ¡Dibu!

MILI: ¡Vos llamalo como quieras! (saca otra vez al perro de la mochila) Vení, Colita, que te libero.

(El perro sale corriendo y desaparece detrás de un sillón)

SANTI: A ver, pongamos reglas. El perro lo encontré yo. El nombre lo pongo yo.

MILI: ¡Entonces le cuento a mamá! (grita) ¡Mamaaaaaaaaá!

SANTI (se desespera, le tapa la boca): ¡Está bien, está bien, callate! Después vemos cómo lo llamamos. ¿Dónde está?

MILI: ¿Quién?

SANTI: El perro ¿quién va a ser?

MILI: Ah… (levanta los hombros) ¡Yo que sé, por allá!

(Encima del sillón empiezan a volar plumas)

SANTI: (en voz baja) Dibu, ¿qué hiciste?

MILI: (con autoridad) ¡Colita!

(SANTI intenta meter las plumas en el almohadón del sillón, pero no puede. Son demasiadas. El perro desaparece por la izquierda)

SANTI (buscándolo): ¿Y ahora adónde fue?

MILI: ¡Al baño!

(Los dos se miran, preocupados)

Mamá: (desde el baño, fuera de escena) ¡Chicooooooos, qué hacen?

(El perro vuelve a aparecer en escena, lleva en la boca la punta de un papel higiénico, que se despliega mientras él avanza. Los chicos intentan agarrarlo y el perro no se deja: el papel higiénico va formando un camino cada vez más largo). 

SANTI: (salta por encima del sillón y lo agarra) ¡Te tengo!

(Se escuchan pasos, SANTI se pone contra la pared y esconde el perro en su espalda)

MAMÁ: (enojada, con una toalla en el pelo) ¿Se puede saber a qué están jugando?

MILI: ¡Fue Santiago! ¡Yo le dije que te ibas a enojar, pero él seguía diciendo que era divertido!

MAMÁ: (mira a Santiago, enojada) ¿No tenés nada para decir, vos?

SANTI: Eeeh… (intenta una sonrisa) ¡Soy tan chistoso, yo!

MAMÁ: ¡Bueno, chistoso! Vas a tener que ordenar todo esto.

MILI: (señalando el sillón) ¡Y mirá lo que le hizo al almohadón, lo desplumó!

MAMÁ: Santiago, la verdad, ¡te desconozco! Y encima parado ahí, como una estatua. ¡Vamos, a ordenar! Y el papel higiénico lo volvés a enrollar, que los tiempos no están para tirar nada.

(La madre vuelve a desaparecer por la derecha)

SANTI: ¡Sos una buchona, nena!

MILI: ¿Qué buchona? ¡A Colita no lo delaté! (Le saca el perro, le empieza dar besitos)

SANTI: ¿No me pensás ayudar?

MILI: (ignorando a su hermano) ¿Tenés sed, Colita?

(MILI suelta al perro, que empieza a olisquear. Ella llena un platito con agua)

SANTI: Che, está oliendo demasiado… (lo levanta, pero el perro ya comenzó a hacer pis. Queda un charco enorme en medio de la cocina)

MAMÁ: (acercándose por la derecha) ¿Qué quieren cenar?

(SANTI vuelve a meter al perro en la mochila, mira el charco de pis y a su hermana, que le tira el plato de agua sobre el pantalón justo antes de que MAMÁ entre a escena)

MAMÁ: (mirando el charco de pis) ¿Y esto?

MILI: ¡Es un chancho, mamá! (señalando a Santi, que está rojo de vergüenza y tiene los pantalones mojados) ¡Yo le dije que fuera al baño!

(APAGÓN)

***

Acto 2
Personajes:
MAMÁ
SANTI
MILI
VECINO

(Mañana siguiente. Un patio. MAMÁ, SANTI y MILI conversan en pijama mientras desayunan en una mesa de jardín, el cachorro deambula alrededor)

MAMÁ: Estoy muy decepcionada, no puedo creer que me hayan mentido así. El perro se quedó en casa solo porque era viernes y teníamos el fin de semana para pensar qué hacer.

SANTI: ¿Qué hay que pensar, mamá? ¡Dibu se porta rebien!

(el cachorro arrastra una maceta con los dientes y la tira al piso, haciéndola pedazos)

MAMÁ: ¡Sí, mirá lo bien que se porta! ¡Lo voy a matar, con lo que me costó que prendiera ese jazmín!

(SANTI desaparece por la izquierda y vuelve con escoba y palita)

MILI: ¿Es un mal momento para decir que se llama Colita?

MAMÁ: No se llama de ninguna manera porque no es nuestro. Ya bastante tengo con los loros, que me comen la Santa Rita. ¡Este perro se va!

MILI: (lo levanta, se lo muestra) ¡Miralo, si es más tierno! ¡Tiene cara de Colita!

SANTI: (enojado) ¡Tiene cara de Dibu Martínez!

(El cachorro comienza a hacer pis, moja al piso y a MILI, que lo suelta y desparece por la izquierda. Vuelve ya cambiada, con un trapo y un balde)

VECINO: (asomado por la medianera, con unas tijeras de podar empareja una enredadera) ¡Buenos diiiías, familia!

MAMÁ, SANTI y MILI: ¡Buenos días!

VECINO: ¡Pero qué cachorro más monono! ¿Cómo se llama?

SANTI: ¡Dibu Martínez!

MILI: ¡Colita!

MAMÁ: ¡No tiene nombre porque se va!

VECINO: Uy, qué nombre más largo (pronuncia todas las palabras juntas sin respirar) Dibu-Martinez-Colita-No-Tiene-Nombre-Porque-Se-Va.

(El cachorro ladra)

VECINO: Sí, amigo, te entiendo. Les va a salir caro mandar a grabar una medallita con tu nombre. ¡Si llegan a cobrar por letra grabada, están al horno!

(Los chicos no le prestan atención, SANTI está terminando de juntar los pedazos de maceta y MILI pasa el trapo)

VECINO: Qué maravilla los perritos ¿no? ¿Quién diría que sus hijos estarían tan hacendosos?

(MAMÁ los mira y asiente con una sonrisa, bebe un sorbo de café. El cachorro le lame los tobillos y ella se ríe por las cosquillas)

MAMÁ: (al perro, tratando de ponerse seria) Salí de acá, que me mojás las pantuflas. (Al vecino) Dígame, que usted sabe de jardinería. ¿Qué se puede hacer con los loros? ¡Mire como me dejan la Santa Rita! ¡No hay forma de espantarlos!

(Se siente el parloteo de los loros que se acercan, en bandada)

VECINO: ¡Hablando de Roma! ¡Ahí vienen! Imposible evitarlos, qué quiere que le diga.

(Los loros amagan con estacionarse sobre la Santa Rita pero el cachorro se pone en guardia, les ladra con enojo hasta que por fin se van)

VECINO: ¡Mire usted, Dibu-Martinez-Colita-No-Tiene-nombre-porque-se-va! Más efectivo que un cuervo para espantar los loros. ¡y usted que me preguntaba!

(Mamá vuelve a tomar un sorbo de café, pensativa. Se ríe otra vez, porque el perro vuelve a lamerle los tobillos)

MAMÁ: (intentando ponerse seria, al perro) Salí de acá. ¡Chus, chus! (le arroja una ramita)

(El cachorro corre a buscarla y la trae otra vez a sus pies)

SANTI: ¡Mamá, le enseñaste a jugar! ¡Muy bien, Dibu! (lo acaricia)

MILI: ¡Ahora yo! (toma la ramita y se la arroja) ¡Andá a buscarla, Colita!

(El cachorro obedece, mueve la cola. SANTI, MILI, MAMÁ y VECINO aplauden y vitorean)

MAMÁ: (al perro) ¡Sos inteligente, eh!

VECINO: (sin dejar de podar) Y otra no le queda, ya solo para aprenderse el nombre ese que tiene, hay que ser un perro de la NASA.

MAMÁ: (preocupada, al vecino) Tenga cuidado con esa rama, justo la nena está jugando abajo…

VECINO: ¡Pero tranquila, señora! ¿No me creerá tan irresponsable? (hace un mal movimiento y suelta la tijera, la ataja en el aire pero trastabilla, se siente el sonido de una rama quebrada)

MAMÁ: (asustada) ¡Mili, cuidadooooo!

(El cachorro pega un salto y en el aire agarra la rama, que no llega a tocar a MILI)

SANTI: ¡Grande, Dibu!

MILI: ¡Colita, me salvaste!

VECINO (con alivio): ¡Ese perro es un titán!

MAMÁ (toma el perro en brazos, y él le lame la cara): Mmm, sí… ¡Tiene cara de Titán! ¿Qué les parece, chicos, si lo llamamos Titán?

(SANTI y MILI saltan sobre su MAMÁ y la abrazan. Titán ladra, moviendo la cola).

VECINO: No digo que esté mal, eh. Por lo menos, le va a salir más barato grabarlo en la cadenita. Pero el otro nombre, señora ¿qué quiere que le diga? ¡Era más original!   

(APAGÓN)

Del otro lado del mundo

Del otro lado del mundo,
con su túnica de seda
Aiko espera el nuevo año
con perfume a primavera.

Con grandes letras doradas,
Ha escrito con mano experta
mensajes de amor y dicha
sobre ventanas y puertas.

Ha puesto, con sus vecinos,
banderines y siluetas
que van pintando de rojo
cada rincón de la aldea.

Ya todo está preparado
para el baile del dragón:
El gran desfile se acerca
¡comienza la tradición!

Después el cielo se enciende
de fuegos artificiales
que Aiko verá, feliz,
rodeada de familiares.

Al fin, bajo la luz tenue
y cálida de un farol
comparten licor de frutas
Y pastelitos de arroz.

Abuelo cuentacuentos

En el refugio del barrio
hay un perro muy viejito
que ladra cuentos variados
a todos los cachorritos.

Hoy ladró uno de aventuras
sobre una pequeña rata
que rescataba a su prima
de una banda de piratas

También un cuento de amor
de una foca y un pingüino
que adoptaban tres delfines
tras un viaje submarino.

El de terror asustaba:
En lo profundo de un río
a un pato lo visitaba
el fantasma de su tío.

Y el mejor, de detectives
de una familia de iguanas
que investigaban el crimen
de una de sus hermanas.

Y así los tuvo extasiados
A los cachorros, atentos
Yo sospecho que este perro
Es abuelo cuentacuentos.

Mi familia

Mi tío abuelo es muy alto.
Mi abuelo Quique, gritón.
La tía Estela es coqueta
y mi papá muy pintón.

Mi hermano Renzo es un genio
tocando la batería.
Pero cantando es un queso
(en eso es mejor mi prima).

De mi madrastra, me gustan
sus budines de limón
Y de su hija, los cuentos
que me lee en camisón.

De mi mamá no me acuerdo.
Pero adoro la sonrisa
que repite en cada foto
de esas que hay en la repisa.

Mi abuela dice que todos
son una parte de mí:
Los que están, los que se fueron
y los que faltan venir.

Lo importante es que te quieran
Y que vos quieras también.
Es eso tener familia
¡Y no importa quién es quién!