Una nueva mujer pronto comenzaba a asomarse. Y claro, se dice tan fácil. Como si una pudiera dar el portazo de una vez por todas, me gustaría verle la cara a éste si pido una docena de empanadas en la esquina. Solo eso. Una docena de empanadas y soy una mujer nueva, nuevita, nuevita. Otra persona. Que si las cocinan demasiado o tienen poca cebolla o le dan acidez y una no tiene ningún derecho a decir no tengo ganas, que no te cocino porque me harté de vos y de tus cosas y se me dio la gana llamar y llamé. Y sí, que fue con la plata que me diste para la tintorería y qué si me quise gastar el vuelto en una docenita, ¿a qué tanto escándalo? que ni un par de medias me compro para mí y me importan tres carajos tu acidez y la mar en coche, que para mí las empanadas compradas están más que bien porque no dan trabajo y un día de vacación es un día de vacación y yo me lo gano bien atendiendote de sol a sol como si fueses crío…
– ¿Qué hacés leyendo bobadas, vieja, y qué comemos?
– Ná… una novelita tonta que me hace pasar el rato ¡con un final más zonzo encima! Estaba pensando en hacer unas empanaditas ¿te parece bien, querido?
Buenísimo!
Que bueno!! y que real también. Felicitaciones a la autora!!
aunque breve, me parece más que consistente. Debo destacar algo que armoniza la lectura, al menos desde mi visión, que es la lírica de algunas frases o palabras que encienden esa pequeña llamita, lo que, por supuesto, deviene en leña ardiente.
saludos
Con algo de autoestima es suficiente para ser «La mujer nueva».
Vale la pena!
Saludos.